El crimen de Laura Luelmo, profesora zamorana, destinada a El Campillo, Huelva, ha movilizado a todo el país en contra de la violencia machista. No se trata de una lucha de mujeres contra hombres sino de todos. Que las mujeres podamos salir libremente solas por la calle pero que los hombres no salgan a acosar y violar a las mujeres. Hay que educar en valores a los niños para que no sean futuros depredadores sexuales ¿Cuántas generaciones tienen que pasar para que nos respeten y no seamos consideradas objetos sexuales sino personas?
Bernardo Montoya ha sido acusado de detención ilegal, asesinato y agresión sexual. Ha pasado 20 de sus 50 años en prisión. Su conducta dentro de la cárcel era buena pero, cada vez que salía de prisión, cometía robos y amenazaba a las personas a las que intentaba robar. Tras asesinar a una anciana, nunca quiso acogerse a ningún programa de rehabilitación.
“La reincidencia en el delito de homicidio o asesinato es infrecuente”, destaca el magistrado Beltrán. “La gran reincidencia se da en los ladrones, que pueden entrar 10, 12 o 14 veces en prisión”. Normalmente, los asesinos no vuelven a matar después de pasar por prisión.
«Durante los 20 años pasados en la cárcel, Montoya fue un interno activo, implicado en tareas de limpieza y jardinería, disfrutó de un destino laboral en el departamento de mantenimiento de la cárcel, convivió con otros internos en un módulo de respeto para fomentar la convivencia y se apuntó a cursos de alicatado y carpintería, según su expediente.
La convivencia con otros presos en la cárcel fue correcta. Pero la convivencia en libertad le resultó imposible» -según el diario «El País».
Desde el año pasado, las prisiones han incorporado un programa específico para conductas violentas destinado a presos que han cometido asesinatos. Montoya tampoco lo siguió. Algunos presos se someten a tratamiento sólo porque saben que así suelen obtener beneficios penitenciarios. En general, las terapias rehabilitadoras son efectivas pero no en un cien por cien de los casos. La cárcel está para prevenir y reinsertar pero no para erradicar el problema.
Me pregunto si la cárcel sirve para rehabilitar e integrar a los psicópatas. Si tiene sentido la prisión permanente revisable o sería más efectivo someter a tratamiento psiquiátrico a estos enfermos. Pero, en España, someterse a tratamiento es voluntario. Los expertos dicen que el tratamiento forzoso no es efectivo. Abogo porque se hagan públicas las listas y las imágenes de los agresores sexuales, porque no se utilicen estos casos como un arma arrojadiza entre unos partidos políticos y otros. Tampoco para manipular la opinión pública desde los medios de comunicación.
¿Cuántos Hannibal Lechter tienen que matar para que esto cambie?

