SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE GUERRA

Los enfermos de la guerra viven en el psiquiátrico de Alepo. El infierno de la locura en medio de la guerra de Siria. De los daños mentales de la guerra apenas se habla. Pero son más graves las heridas del alma que las físicas porque son invisibles pero más dolorosas y, a veces, incurables. Hay heridas que no se borrarán de la mente de los enfermos en toda su vida.

El pasado sábado, Bassam Haik, director del psiquiátrico de Alepo relató en el programa de la 2 «En Portada» el día a día de las personas internadas en este centro a través de sus testimonios.

La guerra es algo de lo que todo el mundo puede hablar. Afecta a cualquier ser humano. Destruye su manera de pensar, su modo de vida. Algunas personas tienen trastorno mental porque han perdido su casa, su familia, todo. Las cosas materiales se pueden recuperar pero las personas no.

En las guerras las enfermedades psiquiátricas siempre se multiplican por dos, por tres o por cuatro. Más de un millón de sirios sufre algún tipo de trastorno mental. Sólo hay dos hospitales públicos especializados en psiquiatría en Siria. Uno de ellos es éste que está en Alepo y, el otro, en Damasco.

La guerra no respeta ni a los hospitales ni a los pacientes. A veces, se convierten en blanco de los bombardeos. Este hospital ha sido invadido dos veces: por rebeldes e islamistas, es un lugar estratégico porque está cerca del aeropuerto.

El reportero le dice al director del hospital: No hay dinero para la reconstrucción pero, si ese dinero llegara, ¿lo gastarían en reconstruir los edificios en vez de la mente de las personas? A lo que el director le contesta: «Primero hay que trabajar en la mente de las personas para que éstas arreglen todo, incluso los edificios».

En su opinión, ¿a Siria le queda una larga noche por delante? -le pregunta el reportero.

A lo que el director acaba contestando: «El Sol se esconde ahora pero el amanecer llegará una y otra vez«.

Según informa la ONG Médicos sin Fronteras, la perseguida minoría yazidí en Irak también sufre depresión, ansiedad y trastornos mentales.

Según una encuesta realizada por la oenegé, en los últimos meses han aumentado considerablemente los casos de suicidio e intentos de suicidio y el 100% de las familias encuestadas tiene un miembro que sufre algún tipo de trastorno mental.

En diciembre de 2018 comenzaron a ofrecer consultas de salud mental en el pequeño pueblo de Sinuni. El diagnóstico más común es depresión (40%), seguido de trastorno de conversión[1] (18%) y ansiedad (17%). También se han diagnosticado numerosos casos de estrés postraumático (3%).

Irak sigue sufriendo las secuelas de las brutales guerras de las últimas décadas y de la permanente inestabilidad económica en la que se halla sumido.

Muchas familias yazidíes prefieren quedarse en el Kurdistán iraquí en lugar de regresar a sus hogares.

«Aquí todo el mundo ha perdido al menos a un miembro de la familia o a un amigo y en toda la región de Sinyar nos encontramos con una abrumadora sensación de desesperanza y de pérdida«, explica la doctora Kate Goulding, trabajadora del servicio de urgencias en Sinuni. El alcance que tiene la pérdida para los miembros de esta comunidad es algo que resulta incomprensible para la mayoría de nosotros. Han sufrido episodios de violencia extrema y de humillación. Se han visto sometidos a desplazamientos forzosos y a la pobreza extrema y abandono por parte de la comunidad internacional.

El genocidio y el asesinato en masa perpetrado por el Estado Islámico no es el único que han sufrido los yazidíes; antes de 2014, aseguran, hubo 73 matanzas más”.

No hay bastantes psiquiatras y psicólogos para atender las inmensas necesidades de salud mental que surgen después de tantos años sometidos a altos índices de violencia.

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