TREINTA ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN

Hace treinta años, el 9 de noviembre de 1989 se derriba el Muro de Berlín, símbolo de la guerra fría entre EEUU y la URSS.

Tras ser derrotada por el ejército aliado en la Segunda Guerra Mundial, Alemania queda dividida en dos: la República Federal y la República Democrática. Los cuatro países aliados se reparten Berlín: la parte occidental para EEUU, Inglaterra y Francia y, la parte oriental, para la Unión Soviética.

Deciden construir un muro en Berlín. La RDA dice que el muro es una protección contra el fascismo occidental. En cambio, Occidente alega que frenará el flujo de refugiados procedentes del Este.

Pero no se construye la paz levantando muros sino derribando fronteras. El problema no se resuelve sino que se agrava. Los ciudadanos de la RDA que intentan cruzar el muro son asesinados. Así es como da comienzo lo que se conoce como Guerra Fría entre las dos potencias mundiales: EEUU Y Unión Soviética, entre Occidente y Oriente, capitalismo y comunismo.

La década de los 90, además de ser el fin de un siglo, el siglo XX, es una época de cambios políticos muy importantes en la Europa del Este. Uno de los principales actores fue Mijail Gorbachov, entonces presidente de la URSS. A la caída del Muro, que supone la reunificación de Alemania, le sigue la desintegración de la URSS y el fin de la Guerra Fría. Gorbachov en una entrevista concedida a la BBC, describe la actual relación entre Rusia y Occidente como fría pero aún en guerra. «Todas las naciones deben destruir las armas nucleares. Es necesario para salvarnos nosotros mismos y a nuestro planeta», argumenta Gorbachov, de 88 años.

El siglo XX pasará a la historia por las dos guerras mundiales. EEUU lanza la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki durante la segunda Guerra Mundial. Es la primera vez que se usan armas de destrucción masiva contra la población civil. Pero, tras acabar la guerra, comienza la carrera armamentística entre EEUU y la URSS.

En pleno siglo XXI, se siguen levantando muros. En España, la valla de Ceuta y Melilla para que los inmigrantes subsaharianos no crucen la frontera, la puerta de Europa, «la tierra prometida».

Trump quiere levantar un muro en México para que los inmigrantes de Latinoamérica no crucen la frontera con EEUU.

No se trata de levantar muros sino de acabar con el problema de la inmigración desde la raíz. Si se soluciona el problema económico en estos países, desaparecerán las mafias que trafican con seres humanos. Pero a occidente no le interesa porque, si no hay guerras en los países subdesarrollados, se acaba el negocio armamentístico.

El muro más alto que queda por construir es el de la libertad. No se trata de crear una nueva Torre de Babel entre los seres humanos, sino de derribar fronteras.

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