Esos días que estuve postrada en la cama llena de dolores, no tenía ganas ni de leer. Pensaba en lo peor. Tenía pensamientos negativos. Quería reunirme con los que ya no están. Que me dejaran ir tras los latidos de mi corazón. Sólo sé expresar lo que sentía con la letra de la canción de Loquillo que dice:
«Dejadme morir, morirme de pie. Aun oigo el tambor de mi corazón, dejadme ir con él. sé que adonde va, estarán por fin los que conocí, los que ya no están y no volví a ver. Dejadme vivir, dejadme brindar. Dadme de beber. No basta querer para renovar la aguda visión, la dulce amistad de aquel que se fue.
Dejadme decir que no por ser cruel., la dulce amistad, voluntad de bien para renovar la aguda visión, mis ojos no ven. Afán de medir. Deseo de contar. Sentir plenitud, querer compartir fue todo al final. Y es monumental tan sólo pensar que todo fue al fin hecho por placer y dificultad, voluntad de bien».
Lo único que me distraía y me animaba era escuchar el programa de radio «Ábrete camino» realizado por los usuarios con trastorno mental del Centro de Rehabilitación «Los Cármenes» que emite cada viernes en streaming la emisora de radio Onda Merlín Comunitaria del distrito de Villaverde. También se puede escuchar el podcast a través de la aplicación Ivoox para Android. OMC ha brindado la oportunidad a estos muchachos de realizar este programa, lo cual les sirve de terapia y como dice Juani, una de las participantes: «la radio une».
Tiene mucho mérito lo que hacen. El programa es ameno, entretenido y divertido. A la vez, que te informan de la actualidad política, cultural y deportiva. Escuchar este programa es como tomar una píldora de endorfinas que cura más que cualquier psicofármaco. Se lo recomiendo a todos aquellos que estén ingresados en un hospital o postrados en la cama de su casa.
En todo hay una lección, en la salud y en la enfermedad. Nada es casualidad. Todos somos mortales, nadie es inmortal. Todo es fugaz. Nada ni nadie es eterno. No venimos aquí para quedarnos. Estamos de paso. Por eso en esos días me di cuenta de que he pasado por la vida de puntillas, sin saborearla.
Y como dice la canción: «De tanto correr por la vida sin freno, me olvidé que la vida se vive un momento. Me olvidé de vivir los detalles pequeños».
Nada sin ti, Nada sin ti. Nada sin ti.
Todas las flores serían pocas para apagar este deseo que me persigue y tira de mí. Ya no tenemos quince. Alguien viene detrás agarrándome los pantalones.
Nada sin ti. Nada sin ti. Nada sin ti.
Y descubro que me gusta estar a tu lado, llorar a tu lado, volar a tu lado, cantar a tu lado. He recuperado las ganas de seguir viviendo.

