VUELVO A MI PUEBLO BLANCO

Enterrado en un valle duerme mi pueblo blanco rodeado de montañas y manantiales. Regresan las fiestas a Valdesaz después de dos años de pandemia. Muchos se han quedado en el camino, pero su espíritu vive en sus calles de piedra.

Muchos tomaron su mula, su mujer y su arreo y se marcharon a la ciudad buscando otra luna. Tal vez algún día les sonría la fortuna.

Los viejos quieren morirse al Sol como mi bisabuelo que falleció de repente en la solana. Ya no quedan viejos en mi calle.

Ya no queda ni el médico ni maestro ni sacristán. Los hombres viven en la taberna de la siega a la siembra. Ya no trashuma ningún pastor.

En la infancia, mis primeros juegos en la plaza. Aquí duermen mis primeros escarceos de adolescencia.

En el verano las jóvenes tejen en el huerto a la sombra de los árboles mientras las mujeres pintan de cal las fachadas de sus casas.

Los hombres, bajo un sombrero de paja, siegan el trigo con la hoz con la boca abierta como lagartos bajo el sol.

Si pudiera irme volando tras las golondrinas en otoño, me iría de aquí pero mis muertos están en cautiverio. No me dejan salir del cementerio. Vuelvo a mi pueblo blanco.

Bajo el sol, mi pueblo se ahoga en mis lágrimas aunque no se vea el agua del mar. Yo no soy de aquí ni soy de allá. Soy de mi pueblo blanco aunque no haya echado raíces. Si quieres llorar, mejor desde un balcón con vistas al mar.

Deja un comentario