Nuria Espert ha sido galardonada con el premio Max de Honor 2024 a la trayectoria profesional. Todavía la recuerdo en el Teatro Español interpretando La tempestad en el año 1983 cuando estudiaba bachillerato. Mari Mar, mi profesora de literatura, me enseñó a amar el teatro. Desde entonces siempre he admirado a esta gran dama de la escena.
Se lo ha entregado un emocionado Miguel Narros, su querido director en La violación de Lucrecia. Su gran oportunidad llegó en 1954 con Medea. Esta mujer no sólo se ha atrevido con dramaturgos como Shakespeare, sino también con García Lorca: fue Yerma, doña Rosita o Bernarda Alba.
Además de actriz, empresaria y directora, funda su propia compañía junto a su marido el actor, poeta, productor, guionista y director Armando Moreno quien sería su representante artístico así como director de la compañía.
Y qué decir de José Sacristán en Señora de rojo sobre fondo gris, basada en la novela homónima de Miguel Delibes a la que le han otorgado el Premio Max aplauso del público, que se concede a aquel espectáculo que ha cosechado un mayor respaldo. La interpretación de Sacristán ha sido elogiada por la crítica especializada, destacando su habilidad para dar vida a los personajes de forma auténtica y conmovedora. Además, la adaptación teatral de esta renombrada novela ha cautivado al público, convirtiéndose en un fenómeno teatral aclamado por diferentes generaciones. La combinación de la maestría actoral de Sacristán y la riqueza narrativa de la obra de Delibes ha hecho de esta representación un hito en el panorama teatral contemporáneo.
Y no nos olvidemos del teatro aficionado: se ha distinguido a LaTrup Asociación Teatral Universitaria Troysteatro de La Laguna (Tenerife) con el Premio Max aficionado o de carácter social. El teatro debería ser una asignatura más en los colegios, ya que ayuda a los alumnos a expresarse y perder el miedo a hablar en público e integrar a las personas con diversidad funcional. En la vida real tendrán que enfrentarse a este miedo ante unas oposiciones o una simple entrevista de trabajo. No sólo cuenta como se expresa una persona por escrito sino su locuacidad y su lenguaje corporal.
Por desgracia, desde que surgieron los medios de comunicación de masas, entre los que incluyo al cine, el teatro ha pasado a ser una de las hermanas pobres de las artes escénicas. Pero nunca ha muerto. Siempre fue un espectáculo minoritario al que sólo tenían acceso las clases más pudientes o cultas. Pero es el arte más antiguo que conozco.
Ahora, la mayoría del público que va al teatro e, incluso a las salas de cine, son mujeres de más de cincuenta años. Tal vez los más jóvenes prefieren las redes sociales más instantáneas y rápidas o ver las pelis en las plataformas de pago en sus casas. Eso cuando no piratean las películas.
¿Estamos asistiendo a la muerte de un espectáculo? Pero la televisión y el cine nunca van a sustituir al teatro, se complementan. No hay nada como ver a los actores interpretando personajes en vivo y en directo. Sentir como se conectan las feromonas de un grupo de personas cuando aplauden al unísono. El efecto que hace el teatro o la música en neurotransmisores como las endorfinas o la dopamina es mejor que cualquier pastilla. Es un antidepresivo natural que deberían recetar los médicos de la Seguridad Social. Y, si tanto le preocupa al Gobierno que muera la cultura, debería de poner precios más populares subvencionando, si es necesario, estos espectáculos.
Me parece muy bien que conceda un bono social a los jóvenes de 18 años, pero que se lo gasten en libros o en asistir a espectáculos como el teatro o el cine. El teatro está más vivo que nunca ¡Viva el teatro!

