Con la muerte de María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple en fase terminal, se ha reabierto el debate sobre la despenalización de la eutanasia. Estuvo 10 años esperando plaza en una residencia que nunca llegó. Su marido tuvo que posponer una operación de espalda para cuidarla. Pidió una residencia temporal para poder operarse, pero la respuesta que le dieron en la Comunidad de Madrid fue que, para obtener una plaza temporal, tenía que renunciar a la permanente. Así funciona la burocracia en nuestro país.
El marido, técnico de imagen, solicitó en 2010 la jubilación anticipada con 61 años para poder cuidarla, después de haber estado una larga temporada con reducción de jornada y un permiso extraordinario por el mismo motivo. Coincidiendo con la enfermedad de la madre, en 2007 la pareja pidió una plaza para Carrasco, que tenía reconocida la gran invalidez desde 1996, en el Centro para Esclerosis Múltiple Alicia Koplowitz de Madrid, que le fue denegada.
Tomaron esta decisión conjunta porque les negaron la sedación que pedía María José. A cambio les ofrecieron cuidados paliativos. Mantenerla a base de calmantes o, incluso, intubarla para alimentarla.
«Yo no quiero dormirme, quiero morirme»
No entiendo la hipocresía de los que gobiernan. Prefieren mantener a una persona con vida pero sedada, como un vegetal, antes que dejarla decidir si quiere o no seguir viviendo así. Es muy duro para los familiares perder a un ser querido de esa manera pero más duro es verlo seguir viviendo en esas condiciones. Eso no es vida.
El enfermo dependiente sufre pero también sufren los cuidadores que ven como se va deteriorando e hipotecan su vida para cuidarlo. El marido de María José no la abandonó en ningún momento. Siempre estuvo a su lado. Renunció a operarse para cuidarla. Un problema de espalda que probablemente surgió de movilizar a su mujer. Incluso se jubiló antes de tiempo.
«Como ateos, no creemos que haya algo después. Esto se acaba cuando se acaba. Lo que ella quiere es decidir cuándo», dijo él.
La decisión llegó el miércoles. Carrasco tomó la medicina que le había preparado su marido. Lo grabó en vídeo para que quedara constancia de que no fue un homicidio sino que ella misma eligió poner fin a su vida. Al marido lo detuvieron y lo metieron preso. Quedó libre la noche del jueves. Ahora podrá volver a pedir que lo operen.
Han pasado 21 años desde el suicidio asistido del gallego de la localidad de Boiro Ramón Sampedro y seguimos debatiendo sobre el derecho a una muerte digna. Tal vez la muerte de María José sirva para conseguir un avance en este derecho.

