Ayer vi la película francesa «Especiales» de los directores y guionistas Olivier Nakache y Eric Toledano. Los mismos de «Intocable». Una vez más han logrado tocar mi fibra sensible.

Está basada en hechos reales. Lo que, en principio, iba a ser un documental para dar a conocer la asociación «El silencio de los justos» especializada en el cuidado de niños y adolescentes autistas y su integración en la sociedad, se ha convertido en película.

Bruno y Malik son dos amigos que crean esta asociación fuera de la red oficial de los servicios sociales que, sin apenas ayudas, logran que jóvenes de barrios desfavorecidos se rehabiliten ejerciendo de cuidadores de niños autistas que son rechazados en los hospitales públicos y en los servicios sociales por ser casos especialmente complicados.

Olivier Nakache dice que «Especiales» es un compendio de las obsesiones que transitan en todas sus películas: el asociacionismo, el trabajo en equipo y los dúos como en «Intocable». Es en definitiva, un canto a la amistad y al derecho a la integración de los colectivos más vulnerables.

Estos niños nos dan una lección de vida. Niños que no se comunican nada o en absoluto o que se comunican a su manera, logran que personas «normales» que, han dejado de comunicarse en nuestra sociedad, vuelvan a hacerlo.

No hay que ser más papistas que el papa. Los servicios sociales acusan a Bruno de contratar como cuidadores a jóvenes sin titulación y de acoger a niños con autismo sin tener permiso de las autoridades pero ejercen una labor que no cubre el gobierno. Estos niños no son especiales, son invisibles porque nadie quiere hacerse cargo de ellos. Molestan. Entonces, es mejor ignorarlos. Sus padres no están preparados para hacerse cargo de ellos y esta asociación supone un respiro familiar. Un gran apoyo. Los servicios sociales deberían tomar ejemplo de personas como Bruno y Malik que dedican su vida a estos proyectos. Hacen de la asociación su proyecto de vida por no decir su dedicación en cuerpo y alma a esta causa.